El hombre carece de un código automático de supervivencia. No posee un curso de acción automático ni un conjunto de valores automáticos. Sus sentidos no le indican automáticamente lo que es bueno y lo que es malo para él, lo que será beneficioso para su vida y lo que la pondrá en peligro, cuáles son las metas que debe perseguir y con qué medios podrá alcanzarlas, cuáles son los valores de los que depende su vida y qué curso de acción requieren. Es su propia conciencia la que debe hallar las respuestas a todas estas cuestiones, pero su conciencia no funciona en forma automática. El ser humano, la más elevada de las especies que viven sobre la Tierra, el ser cuya conciencia posee una capacidad ilimitada para adquirir conocimientos, es el único ente vivo que nace sin ninguna garantía de que siquiera se mantendrá totalmente consciente. Lo que lo distingue particularmente de todas las demás especies es el hecho de que su conciencia depende de su voluntad.

Así como los valores automáticos que rigen las funciones de una planta son suficientes para su supervivencia, pero no lo son para la supervivencia de un animal, así los valores automáticos provistos por el mecanismo sensorial, el mecanismo de percepción de su conciencia, son suficientes para guiar a un animal, pero no lo son para un hombre. Las acciones y la supervivencia del hombre requieren la guía de valores conceptuales obtenidos a partir de un conocimiento conceptual. Pero el conocimiento conceptual no puede obtenerse en forma automática.

- Ayn Rand. La virtud del egoísmo (1964).


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9/17/2024, 6:00:10 PM  -  18 days ago.

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