La conciencia, para aquellos organismos vivientes que la poseen, es el medio básico de supervivencia. Para el hombre, el medio básico de supervivencia es la razón.

El hombre no puede sobrevivir, como lo hacen los animales, mediante la guía de meras percepciones. Una sensación de hambre le indicará que necesita alimento (si es que aprendió a identificar esa sensación como «hambre»), pero no le dirá cómo obtenerlo ni qué comida es buena para él y cuál es tóxica. No puede satisfacer sus necesidades físicas más simples sin efectuar un proceso de pensamiento: lo necesita para descubrir cómo plantar y cultivar su alimento, o cómo fabricar armas para cazar. Sus percepciones podrán, quizá, dirigirlo hacia una cueva, si es que hay alguna, pero para construir el refugio más simple necesita un proceso de pensamiento.

Ninguna percepción y ningún «instinto» le dirán cómo encender fuego, tejer una tela, forjar herramientas, hacer una rueda, fabricar un avión, realizar una apendicectomía, producir una lamparita eléctrica, una válvula electrónica, un ciclotrón o una caja de fósforos. Empero, su vida depende de estos conocimientos, y solo puede adquirirlos mediante un acto volitivo de su conciencia, un proceso de pensamiento.

Pero la responsabilidad del hombre va todavía más lejos; un proceso de pensamiento no es automático, ni «instintivo», ni involuntario, ni infalible. Debe iniciarlo, sostenerlo y responsabilizarse por sus resultados. Tiene que descubrir qué es verdadero y qué es falso, y cómo corregir sus propios errores; tiene que descubrir cómo confirmar sus conceptos, sus conclusiones, su conocimiento; tiene que descubrir las reglas del pensamiento, las leyes de la lógica, y cómo dirigir sus pensamientos. La naturaleza no le garantiza automáticamente la eficacia de su esfuerzo mental.

- Ayn Rand. La virtud del egoísmo (1964).


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2/23/2024, 5:00:09 PM  -  7 months ago.

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