Cuando se interviene en una batalla intelectual, pequeña o grande, pública o privada, no se puede buscar, desear, ni esperar el beneplácito del adversario. La única preocupación y el criterio exclusivo de juicio deben ser la verdad o la mentira, no la aprobación o desaprobación de otra persona y, por sobre todo, no la aprobación de aquellos cuyos criterios son opuestos a los que uno sostiene.
- Ayn Rand. La virtud del egoísmo (1964).
7/23/2024, 6:00:21 PM - 6 months ago.