Aceptar «cualquier cosa que a uno lo haga feliz» como guía de nuestras acciones significa dejarnos conducir solo por nuestros caprichos emocionales. Las emociones no son herramientas de conocimiento; ser guiado por caprichos, por deseos cuyo origen, naturaleza y sentido no conocemos, equivale a convertirse en un robot ciego, operado por demonios desconocidos (los vanos intentos de evasión personal), un robot que estrella su cerebro anquilosado contra las paredes de la realidad que rehúsa ver.

- Ayn Rand. La virtud del egoísmo (1964).


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3/28/2024, 5:00:11 PM  -  6 months ago.

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