La ética objetivista sostiene que el actor siempre debe ser el beneficiario de sus acciones y que el hombre tiene que actuar en favor de su propio interés racional. Su derecho a actuar deriva de su naturaleza de ser humano y de la función de los valores morales en la vida humana; en consecuencia, es aplicable únicamente en el contexto de un código de principios morales racional, demostrado y validado de manera objetiva, que defina y determine sus auténticos intereses personales. No es un permiso para «hacer lo que se le antoje», y no es aplicable a la imagen del altruismo de un bruto «egoísta», ni a cualquier hombre motivado por emociones, sentimientos, urgencias, deseos o caprichos irracionales.

- Ayn Rand. La virtud del egoísmo (1964).


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7/22/2024, 6:00:10 PM  -  2 months ago.

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